lundi 21 juillet 2008

CULTURE SHOCK O CHOQUE CULTURAL, SI LO PREFIERE...

Y sí, finalmente todo se tiene que acabar. Terminado el master, terminada mi temporada en Francia, llegó la hora de volver a Colombia y darle nuevos bríos al COLOMBIASCOPIO. Así que volvemos, con una segunda temporada, como dirían los de la televisión gringa (o algunos productores de radio juvenil colombiana que creen que aqui tiene alguna lógica hablar de eso). Para comenzar de nuevo y calentar motores me permitiré hacer un listado de cosas que me han impactado al volver a Bogotá.


- Quedé sorprendido cuando al querer empacar yo mismo algunas cosas que compré en el Carulla me gané un regaño de la administradora del supermercado, pues según ella yo no estoy para hacer esas cosas, para eso ellos les pagan a unos muchachos que empacan. ¡Como si se me fueran a caer las manos por empacar unas salchichas!

- Los buses, el Transmilenio, el desorden de nuestro transporte público me tiene al borde de un infarto. A eso hay que sumarle el caos vehícular imperante y los huecos que parece se reproducen como bactérias (de uno salen dos y de esos dos, cuatro) me tienen tristemente decepcionado.

- El fenotipo colombiano me tiene entristecido. Pasé de quedar enamorado cada 50 metros por la belleza europea a caminar por las calles de una ciudad dónde abunda la gente fea (entre ellos yo) y donde pasan kilómetros enteros sin que quiera voltear a mirar a alguien. Es más, siento que si miro a alguien a la cara, esa persona va a sacar un cuchillo y me va a deshollar.

- (Inspirado en El Oyerista) La radio colombiana, no cambia mucho, aunque empiezo a sentir el vacío que dejaron Jaime Sánchez Cristo, Manolo Bellón y el finado Enrique París en la radio nacional. Ya no hay voces bonitas en la radio y hasta en las emisoras adultas (La W y La F.M.) el joven gritón es quien presenta la música. Pregunta abierta: ¿esto es culpa de quién?

- Danilo Santos está en su peor momento: ahora forma parte del elenco de Padres e Hijos... Qué depresión. (Fuente Diablo G)

- Los cafés Juan Valdez se convirtieron en el Starbucks colombiano, con todo lo que ello implica: mal servicio, costos que aumentan y su dispersión por toda la ciudad como si fuera un cáncer.

- Si uno lee El Espectador este país se está desmoronando. Si uno lee El Tiempo, Colombia es el paraíso...